nota de los editores al #11

Entre nuestro décimo número, de diciembre del año pasado, y este nos tomamos un break. En el 2024 editamos tres números y sacamos tres libros. Somos dos y nos quedamos sin impulso. Pero ya estamos descansados y listos para meterle este último semestre del 2025. Planificamos trabajar al menos  dos números de la revista, y tres libros (ya los estamos editando y estamos pompiaos).

Pero hablemos de este número once. Tenemos un cuento, dos selecciones de poesía, y una entrevista. Y están buenos.

Abrimos con “Ojos de Cristal” de Zaira Pacheco, en el cual el hilo que unirá esta nota editorial — una reflexión sobre la metáfora—surge como una roncha rojiza, sin ningún aviso. Marisol, la protagonista del cuento es, de cierto modo, prima de Gregor Samsa. Al igual que el protagonista del checo Kafka, el de la boricua Pacheco es un sujeto marcado por su trabajo. A diferencia de Gregor, con quien comparte un destino, a Marisol el bodrio oficinesco le da placer, la entretiene. Los cálculos cuadriculados de la hoja de Excel preñan de sentido su vida: "Saber que todo iba a ocurrir en el mismo orden era respirar". Es en ese contexto en el que surge la primera roncha rojiza en su pierna izquierda, como si el cuerpo quisiera afirmarse ante la neutralidad del documento, ante el aire antiséptico de la oficina. 

Dice Kai Mikkonen que lo que hace a la metamorfosis interesante como tropo literario, como figura, como ejercicio de la imaginación, es que cuando algo o alguien se transforma metamórficamente en otra cosa, un aspecto del original suele permanecer. Este es el caso aún en las narrativas metamórficas modernas—las cuales, aparentemente, se popularizaron a partir del 1930—, en las que el residuo de lo uno o lo otro es cuestionado o problematizado. Para que una transformación se tenga de metamorfosis, dice, es necesario presuponer la forma original para, luego, pensar la construcción de la nueva forma como una metáfora que reemplaza y compara la una con la otra, para generar una nueva imagen. En La metamórfosis de Kafka—que últimamente vemos traducida como La transformación—, Gregor resulta criatura y, aunque se alteran sus apetitos, continúa siendo él. Lo que se transforma, además de su apariencia, es la relación que tiene con su familia, y he ahí el problema. El miedo y asco que les produce a estos termina fulminándolo. 

En nuestro número 8, publicamos dos cuentos metamórficos. En el primero,  "Transfiguración en la Calle Georgetti bajo el influjo de la luna", de Juan Carlos “Bruno” Quiñones, la protagonista, Denise, "esta mujer que no siempre lo es y que pronto dejará de serlo", se transforma en una pesadilla, en una criatura que, a pesar de su exterior monstruoso, permanece única e idiosincráticamente ella. En "Del huerto una cicatriz", el cuento de Lorena Franco, la transformación es distinta. No es la protagonista la que deviene otra cosa, sino la dolencia que la atormenta. En ambos casos, la metamorfosis es, en primer lugar, un tropo literario muy meta y auto-reflexivo. O sea, las narrativas de metamorfosis dramatizan el funcionamiento de la metáfora (que es una relación implícita entre dos cosas que no son iguales, negociando cualidades y diferencias) y, de cierto modo, lo tematizan (lo vuelven el asunto). O sea, en el ejemplo de Kafka, la deshumanización de su transformación en insecto es comparada con su deshumanización en tanto trabajador inserto en flujos capitalistas que han carcomido hasta la ética familiar. 

Pero la metamorfosis no es solo esto, dice Mikkonen en conversación con otros. La transformación siempre implica un sentido de tiempo y de proceso, y por eso es que es tan generativa para la narrativa (digo yo). Ese núcleo narrativo es el que hace que haya quien la considere una metáfora quebrada, la metamorfosis implica el paso temporal y espacial (o sea, narrativo) de un lado al otro, un antes y un después, y, así, quiebra la relación atemporal de la metáfora. La deshumanización de Gregor no es la del capitalismo: la narrativa la particulariza, nos obliga a dejar atrás la metáfora, a ver el acontecimiento como un proceso que se desenvuelve. 

En el cuento de Pacheco, la deshumanización laboral es también lo que la metamorfosis interrumpe. Sin embargo, la liberación a la que Marisol se atiene será marcadamente distinta a la de Gregor. No solo porque la de ella interrumpe una rutina que, para ella, es satisfactoria, sino además porque el desenlace de Pacheco, mediante el uso de la sentencia poética, logra mantener, hasta cierto punto, un residuo de la metáfora. Diga pues usted, lector/a.

Quedémonos con la metáfora. Después de todo, al cuento de Pacheco le sigue la poesía de Carmen R. Marín, la cuales madruga con un poema que insiste en el vacío o falta de equivalencia que existe entre un nombre y su cosa: “puede uno llamar / rocío del mar / a su hija / y esa niña / fresca y salada en la infancia / puede con el tiempo / ser mujer / que agrede y mata / a su novia”. Para la voz poética de estos versos inaugurales, queremos a menudo hacer metáforas de los nombres, capturar un futuro con ese sustantivo propio. Nos recuerda la poeta: “nombrar no es / significar / determinar / marcar”. Pero no se detiene ahí: “y no obstante / es conjuro / o lo que es igual / ilusión de divinidad”. Es decir, algo se nos escapa al nombrar —algo se nos escapa siempre, sin duda— y más cuando se trata de gente. Pero es precisamente la manía de nombrar—la aspiración a la “ilusión de divinidad”—lo que nos hace gente.

“Bájenle un poquito”, nos diría el primer poema de Jesué A. Oliveras, el autor que sigue. “[B]asta ya de multitudes aglomeradas en la tinta, basta ya del puño trinco rompiendo lápices de carbón mojado, basta ya de pensarnos lejos cuando estar tan cerca nos mutila”, lee uno de sus versos, que nos llegan acumulados, como por borbotón en un bloque abandona la calma de la línea poética. El poema de Oliveras nos invita a abandonar los subterfugios, a abandonar las metáforas que nos ciegan de nuestra condición. Después de todo, no nos ciegan del todo. ¿Para qué las queremos, si ya sabemos?, nos pregunta. ¿Y qué es lo que sabemos, podría preguntar usted, lector/lectora? Pues, respondería la voz de este primer poema, que “en la cartera sólo guardamos… eso poco que somos, eso que nos llevamos, esa insuficiencia que tintinea con las llaves, contra el menudo suelto o recibo de compra”.

La metáfora llega a su fin en nuestro último texto. O no del todo. Cerramos el número con una entrevista que le hicimos a Daniel Rosa Hunter, autor de La máscara del santo, uno de los tres libros con los que lanzamos el proyecto editorial de esta revista. La máscara es muchas cosas —entre ellas una metáfora, a veces— y recomendamos —por supuesto—, que la compren, que le den una leída. En la entrevista, Daniel reflexiona sobre el diario, una de las formas narrativas que su libro captura, y lo presenta como “[d]esperdicio y deesastre”. Dice “El diario no es un documento. Aunque documenta y registra, lo que sistematiza termina por superarlo”. Igual, habla un poco sobre Mario Lverero, el escritor uruguayo que, de cierto modo, es santo de devoción en La máscara, de la tensión entre ficción y su opuesto, y sobre la poesía. Es una muy buena contribución de Daniel y te invitamos a darte la vuelta por ella. 

(Por cierto, presentamos La máscara del santo el 23 de julio del 2025 y editamos un breve dossier con los textos que el autor, los poetas y críticos Ivelisse Álvarez y Efe Rosario leyeron allí. Incluimos, además, un enlace a una tremenda reseña de La máscara del santo).

Mientras, te recordamos que estamos trabajando en nuestro catálogo del 2025-2026, el cual percolará en el último trimestre de este año y el cual incluirá prosa de algunas personas a quienes publicamos en esta revista en años pasados.

Y, para que no pase sin decirse, reconocemos que escribimos esto mientras el estado de Israel comete un sangriento genocidio contra el pueblo palestino, uno que se trasmite en vivo por las redes y que todos sabemos que ocurre.

Finalmente, mencionamos que el número está ilustrado con fragmentos de la serie de litografías À Edgar Poe (1882) de Odilon Redon, que son parte de la colección del LACMA, y que nos parecen muy sugerentes.

Juanluis y Sergio,
los editores

30 de julio del 2025