cinco poemas de La poesía completa de N.L Rodríguez de noel luna

La de Noel Luna es una poesía excéntrica. Siempre nos ha parecido que logra una extrañísima hazaña cuántica: leerse tanto como una serie de versos de otra época, de otro lugar—versos que te llegan en traducción, recomendados por una amiga de gustos eclécticos—y, al mismo tiempo y en el mismo poema, como una expresión de profunda contemporaneidad—abres el libro y lees y dices “sí, es así mismito”—.
— Los editores

Noel Luna (1971) es autor de los poemarios Teoría del conocimiento (2001), Hilo de voz (2005), Selene (2008), Música de cámara (2009), La escuela pagana (2014) y Luz negra (2018). Fue coeditor del libro Ricardo Piglia: Conversación en Princeton (2000), y editor de Fiel fugada: Antología poética de Luis Palés Matos (2008). Su poesía ha sido reconocida en certámenes auspiciados por el Ateneo de Puerto Rico (1996), El Nuevo Día (2000), El Pen Club (2003 y 2006), el Instituto de Literatura Puertorriqueña (2006) y el Instituto de Cultura Puertorriqueña (2017). Estos poemas pertenecen al proyecto inédito La poesía completa de N.L Rodríguez.

 

1. CEREMONIAL

Una vez más tender la mano hacia el vacío,
retroceder como al magma viscoso del origen
para erigirse en isla
y acudir al grano perdido entre la arena
o al agua escapada en cada gota.
Una vez más estar en cualquier hora
y redactar un trozo del Poema
para descubrir que su cuerpo
no aplaca la pregunta ni la ausencia.
Se trazan unas línea contra el tiempo.
Se escriben unos versos
que no han podido hablar sino de sí.
Una vez más no ver el fin de la larga espera,
infinita secuencia perdida entre los dedos
como en juego de espejos enfrentados.
Una vez más oír los pasos sordos
del tumulto en cualquier calle.
Una vez más pensar y pensar
y desprender la piel y los ojos
deshaciendo el tacto y los colores
en el tedio manchado de una hoja en blanco
para deshabitar el alma cansada
y romperse por el centro hasta el abismo.
Entonces pensar que eres alguien
sentado en una mesa
que mira más allá de los cristales.
Quisieras regalarle una sonrisa
(entre café y tabaco)
y halagar una vez más sus ojos verdes.
Una vez más deber retroceder
y dejarla ir.

IMG_0941_edited.jpg
 
 
IMG_2672_edited.jpg

2. EL POETA DESAPARECIDO

Del incesante amor, del incesante
espíritu que puebla el alma triste,
del incesante espejo en que tuviste
el miedo pudoroso del infante;
del sueño de haber visto otro semblante,
del distante futuro y lo que fuiste
en el ancho pasado en que viviste,
del fuego que devora a todo amante;
de la noche y del trueno que la habita,
del agua que discurre por la piedra,
del múltiple universo, de la hiedra,
de su callada búsqueda infinita:
de esas cosas forjaste tu honda historia.
Tuya es la muerte; mía, tu memoria.

3. ORACIÓN

Amado rumor,
fruto del silencio:
espera tu hora
secreta, tu centro. 

Alárgate en la aurora
de elípticas arterias,
reposa en el oculto
recinto de sombra. 

Libérate del odio,
de la ausencia de una mano
y del pan que esa mano
jamás amasara. 

Huye del rigor del edicto.
Arráncate de insomnes
párpados coléricos.
Vuela de la prole
agorera que ofrezca
dones venenosos. 

Bébete a ti mismo
en tus sedientos labios,
suéñate soñar
el momento propicio
que te muestre cabal,
definitivo. 

Rumia tu sustancia,
tu tiempo detenido. 

Amado rumor,
eternidad volcada,
aguarda la sorpresa
de tu día y tu seña:
que el ruido
suplicante y oscuro
se tienda en el silencio
y volvamos a nacer
contigo.

4. AMÉ ESE CUERPO

Amé ese cuerpo
de sílabas secretas.
Su extensión era promesa de sonidos;
sus miembros, una ráfaga
de imágenes apenas discernibles
en la ardiente insistencia.
Amé ese cuerpo
de colores extraños de tan vivos
y su cercanía
desbordaba sales diluviales.
Hubo días
que ese cuerpo olía como a rojo
y el calor de su sangre
se veía subir hasta las sienes
y descender de golpe al grado cero.
Por tanto dulce ahogo
que despertaba en mí
yo amé ese cuerpo cálido
del que sólo queda
una vieja foto.

5. NADIE

Se inventan acechos
y al rato ya todo es escapar
por el primer desvío.
Cualquier día te marchas,
desbaratas los lazos.
Otras esquinas
y calles aguardan.
Cualquier día despiertas
tan lejano y sin tiempo
que te cuesta creerlo
y te cuesta imaginar
dónde habita el que fuiste,
el que decidió quedarse,
el que solías ser allá,
esa tierra tan tuya
y extraña.
Y hasta podría suceder
que te llames Ulises
y una noche
antes de volver
sientas miedo
de no haber sido Nadie.