Nota de los editores al segundo número

 

¿Recuerdan cuando las secuelas no eran bien recibidas? No ha pasado tanto tiempo, pero ya a duras penas puedo oír las quejas y los chistes que se hacían a su pesar. Si me concentro, logro escuchar cómo se les acusaba de ser malas e innecesarias, de ser incapaces de lograr la calidad del original. Parece que han pasado mil años. (¿Cuánto es un año de los noventa en años-internet?) Hoy día, las segundas, terceras, séptimas y hasta décimas partes conmueven, emocionan, apasionan e inclusive causan calentura. Cuando los filósofos hablaban del fin de la historia, jamás imaginé que lo editarían en doce volúmenes y lo distribuirían por entregas. Supongo que vivimos en la época de las secuelas y del remake. En tales tiempos, sería inaceptable sacar sólo un número de una revista y dejarla ahí, abandonada, aunque sea una revista pequeña.

Ahora que nos prestamos a lanzar este segundo número, no podemos evitar que nos regresen esos miedos inculcados a la secuela. Algo así comentamos entre nosotros cuando preparábamos esta nota. Sin embargo, cuando nos pusimos a pasar revista sobre las secuelas de nuestra niñez, descubrimos que a ambos nos encantaban. La segunda parte de Terminator, el Empire Strikes Back, El Padrino y, por eso de que vivimos con el corazón en la mano, la Before Sunset.... A pesar de nosotros, terminamos hablando de lo necesario que nos parecían estas secuelas, entre otras. Creo que llegamos a la conclusión de que no nos importa que mantengan la calidad de la peli original, ni que la reproduzcan. Nos gustan las secuelas en tanto variaciones, en tanto especulaciones dentro de un mundo ya un poco determinado. Y si es verdad que aquí en La pequeña no esperamos generar el furor, las emociones, o el $$$$ que generará, seguramente, la parte octava de Star Wars, sí estamos seguros que la selección de esta, nuestra secuela, no deja nada que envidiar. Si fuéramos un anuncio para una telenovela parecida a Luz Clarita, diríamos que aunque La pequeña es pequeña en tamaño, es gigante en corazón.

Este segundo número lo abrimos con cinco poemas de Margarita Pintado Burgos, algunos de los cuales forman parte de Una muchacha que se parece a mí, poemario laureado por el Instituto de Cultura Puertorriqueña en su Certamen de Literatura 2015. En estos, que son realmente un canto extenso, nos exponemos a una voz poética que duele. Duele porque desea algo ya dolido (“Y sale/ un ave rota/ a buscar/ el canto roto/ de otra ave), duele porque el mundo simplemente no da (“El cielo se cierra / cuando las alas / se abren”), y duele porque ese mundo está repleto de cosas ya rotas de tanto doler. Eso dicho, no son poemas oscuros. Tristes, quizás. Deseantes, sin duda. Hay en ellos un sugerencia que nos asegura que no cantan un lamento, sino algo más cercano al tipo de constatación que viene después de la epifanía más terrenal: “No me duele nada y sin embargo voy dejando lloros en todas las esquinas”, dice en una ocasión. “El llanto es más antiguo que la risa”, en otra. Y, hacia el final, va llegando a un lugar desde donde ve el mundo todo como un largo paisaje de roturas, “todo se nos ha simplificado / en este complejo estar/ sin saber casi/ cómo hablar / todo tan claro, de repente”. En fin, esté el lector de acuerdo con nosotros o no, hallará filete.

A Margarita, le sigue un relato de Cezanne Cardona, “Una escopeta sobre la hierba”. Mediante una prosa elegante y sutil a la misma vez que severa, Cezanne narra los viajes que hace un hijo ante la muerte del padre en un mundo marcado por la escasez. Inevitablemente, se trata de un viaje múltiple. Por un lado, uno extremadamente material—mundano, casi—, entre Levitown y la carretera 165, en el cual protagonista intenta conseguir el dinero necesario para poder comprar la caja fúnebre donde yacerá el cuerpo sin vida de su padre. Por otro, ese viaje profundo y peligroso entre el recuerdo y la reflexión, no solo lo llevará a acercase más a la figura perdida, sino que también a sí mismo. Durante todo el trayecto, colgará la sombra de una escopeta que, como cualquier arma de fuego, promete hacerlo todo más fácil. En el pasado año, muchos han conocido a Cezanne como un maestro de la columna. En La pequeña lo conocemos, desde hace rato, como uno de los mejores narradores en la literatura puertorriqueña contemporánea.  

Por último, tenemos una muestra de Láser, el más reciente libro de Samuel Medina. Aquí, los editores tenemos dos lecturas distintas. Juanluís dice que la voz poética de Samuel es una tangible, que se mueve a través de Santurce, que observa y nos dice qué es lo que observa; es una voz que desde el privilegio se abruma por el tedio y reflexiona sobre el acto de consumir—cosas, personas, vidas. Donde Juanluís ve una voz activa, Sergio ve una pasiva. Donde Juanluís lee estos poemas como escritos desde la presencia, Sergio cree que son poemas que implican un retiro. Para él, estos cinco poemas láser se retiran sin abandonar lo material. De hecho, ese retiro hace que sólo quede lo material, que sólo quede lo anecdótico. Es casi como si Samuel quisiera hacer poesía sin la poesía, como si extrajera el material primo y lo dejara ahí, expuesto. Si tenemos en cuenta que este material es la experiencia personal, se trata de una operación bastante peligrosa, que hace de la voz poética un sujeto vulnerable. Es ahí, en esa vulnerabilidad que estos poemas, tan distintos a primer vistazo, se encuentran con los de Margarita.

Queda mencionar al presente-ausente, Orlando Javier Torres, quien tomó las fotografías que acompañan este número. Será evidente que son fotos de viaje. Pero no sólo porque ocurrieron durante un paseo, sino porque casi todos los sujetos y paisajes que capturan están en movimiento, a mitad. China es el eje principal de la serie, pero no el único. Lo que nos enamoró fue el hecho de que, a pesar del movimiento, a pesar de la relación inevitablemente superficial entre el visitante y el residente, las fotografías se sienten íntimas, frágiles. Desde el transeúnte dormido que nos sirve de portada y la marcha en caballo por las montañas que acompañan la poesía de Margarita, hasta los retratos de niños que van de la mano del luto que nos relata Cezanne, y los atisbos de una noche que enmarcan los poemas de Samuel, estas fotos quieren y logran decir algo. Será el lector quien nos diga qué. 

 Juanluís Ramos y Sergio Gutiérrez Negrón
26 de agosto del 2016
Bayamón, PR/ Oberlin, OH